Después de desayunar en el hotel, vino bien un paseo relajante en la tranquila villa, que no tardaría en poblarse de gente. Y no quisiera pasarme por alto a mi buen amigo Juan Miguel, también dibujante, que, con su cámara, inmortalizó todos los actos importantes en los que fui protagonista en las Jornadas. Gracias, Juan!
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